VECINOS
En el camino que siempre realizamos para ir al trabajo, a casa, a la academia, a casa de Ana… pocas veces nos fijamos en lo que pasa a nuestro alrededor. El día a día nos embauca y nos dejamos arrastrar por el vaivén de las responsabilidades.
Yo he querido pararme, aunque fuera un instante, en momentos en los que estamos de paso, ya sea esperar al autobús, ir a la parada de metro, o coger un tren que me lleve a casa.
He querido prestar atención a lo que pasa a mi alrededor, a la gente, a sus gestos, a la luz que cae en ellos. He querido congelara el tiempo en el lugar tan volátil como una estación de tren. Y ha sido el tren y no otro, el que me ha llevado de un punto a otro, siendo mi segundo hogar, casi incluso llegando a dormir dentro.
Intentos numerosos de irte, sin si quiera desviar tu ruta.
El movimiento envuelve tu excursa, pues hace que avances.
Y luego retrocedes.
Caminando, viajando ya sea de pie o sentado,
es el movimiento lo que hace sentirte vivo.
Eres tú, creador de ilusiones, esperanzas, deseos y dramas.
Un paso hacia adelante, y ¿cuántos hacia atrás?
Nada se detiene, sólo tú en tu caminar,
pues no sabes si vas o vienes.